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Por qué la iglesia evangélica necesita la predicación del evangelio

Una de las verdades que más moldean mi servicio a Dios, dentro y fuera de Internet, es la realidad de que la predicación del evangelio no es solo para los incrédulos. El evangelio también es para los evangélicos.

No importa si ya nos congregamos en una iglesia y decimos que somos cristianos, todos necesitamos seguir escuchando la predicación de la buena noticia de lo que Dios hizo por nosotros en Cristo. Puedo pensar en al menos dos razones para esto.

1) En primer lugar, necesitamos seguir escuchando el evangelio porque es posible creer que eres creyente porque has venido a la iglesia y servido durante años cuando en realidad no lo eres.

Lo sé por las advertencias en la Biblia acerca de la fe que no es verdadera (Mt 7:21-23; 2 Co 13:5). También lo sé por mi experiencia: Por mucho tiempo hice cosas de creyente y supuse que era creyente cuando en realidad no lo era, cuando en realidad no había entendido y creído el evangelio.

Déjame decirte algo sobre esa condición: los cristianos nominales son más miserables de lo que piensan. ¿Por qué? Porque conocen de Dios lo necesario como para saber que deben obedecerle, pero no lo suficiente como para vivir con el asombro gozoso de saber en verdad que en Cristo son perdonados y amados, y que esto los mueva a obedecer a Dios con gratitud y libertad.

Además, cuando ves que hoy gran parte del evangelicalismo abraza falsas doctrinas (como el evangelio de la prosperidad y muchas más), es evidente que muchos evangélicos no conocen el evangelio.

2) Pero en segundo lugar, necesitamos seguir escuchando el evangelio porque los cristianos nunca nos graduamos del evangelio.

Nunca llegamos a un punto en el que podemos decir «Ya superé mi necesidad de recordar el evangelio» o «Ya soy un experto que entiende a profundidad el evangelio y lo que dice sobre mí y sobre Dios». Timothy Keller hablaba sobre esto cuando decía que el evangelio no es el «ABC» de la vida cristiana. En realidad es el «A a la Z». Todo en la vida cristiana depende del evangelio. Piensa por un momento:

  • Cuando el apóstol Pablo quiso enseñarle humildad a la iglesia en Filipo, ¿qué les dijo? Les recordó el evangelio (Filipenses 2).
  • Cuando quiso motivar a los corintios a ser generosos con los pobres, ¿qué hizo? Les recordó el evangelio (2 Corintios 8).
  • Cuando quiso enseñar a los esposos a amar a sus esposas, ¿qué les habló? Les recordó el evangelio (Efesios 5).
  • Cuando quiso alentar a Timoteo a ser valiente y compartir el evangelio sin temor a las personas, ¿qué le dijo? Le recordó el evangelio (2 Timoteo 1).

Podemos dar muchos más ejemplos, pero ya entiendes el punto: Necesitamos recordar el evangelio para ser alentados a la santidad y amar a Dios.

En otras palabras, lo que más necesitamos no es que nos digan «tú puedes vivir en obediencia» o «tú debes hacer esto y esto». Por supuesto que es importante hablar de lo que Dios demanda de nosotros, pero lo que más necesitamos que nos digan es lo que Dios ya hizo por nosotros en Cristo. Y lo necesitamos porque somos olvidadizos y porque la gracia de Dios lo cambia todo en nuestras vidas.

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